B.Echeverría
Atlántico, El disco de la libertad de Xoel López
Este ha sido un buen año para el periodista Javier Becerra pues ha publicado de la mano de Hércules Ediciones dos títulos que sin duda resultan indispensables en cualquier biblioteca musical: «Atlántico el disco de la libertad de Xoel López» y ¡Esto es rock! Hablamos con él al respecto tras un verano lleno de presentaciones.

”Atlántico” como bien dices, es el disco de la libertad y del cambio de Xoel. Ahora quizás haya más voces que reivindiquen la mezcla y el eclecticismo musical, sin embargo en el año 2009 cuando sale el disco ¿esta actitud quedaba un poco lejos?
Totalmente. En aquel entonces, en el ámbito en el que se movía Xoel, el de los festivales y eso que se llamaba “indie-mainstream”, no existía apenas rastro de esos sonidos. En general, lo latino no estaba muy bien visto. Todo, o casi todo, miraba a lo anglosajón y se decía que estos sonidos de fusión eran pachagueros y buenrolllistas. Él mismo sufrió ese rechazo en sus carnes cuando lo editó y lo criticaron diciendo que se parecía a Juan Luis Guerra o Manu Chao. Ojo, lo decían como algo negativo: que se parecía al mayor icono de la bachata o al autor de una obra maestra como es “Clandestino”. Eso hablaba a las claras de los prejuicios que había entonces.
A título personal ¿cuál fue tu primera impresión al escucharlo?,¿intuías lo que se le venía encima?,¿qué pensaste cuando se le hizo esa crítica feroz al disco?
”Atlántico” llegó a mí por motivos profesionales, para entrevistar al artista. Deluxe, el anterior proyecto de Xoel, no me interesaba mucho y lo conocía parcialmente. Desde luego, la idea que tenía de él no era la de “Atlántico”, que me encantó desde el primer momento y terminó por convertirse en uno de los discos de mi vida. Recuerdo escuchar “Hombre de ninguna parte” y flipar mucho porque, de una manera u otra, recogía lo que buscaba en el pop en ese momento. Yo estaba cambiando mucho como oyente y acababa de ser padre por primera vez, con lo que mi vida pedía sonidos luminosos, balsámicos y bonitos. Apareció ese disco y parecía que era tal cual lo que yo deseaba. Pero sí que pensé entonces que su antiguo público iba a chocar contra la propuesta. El indie, aunque parecía que era muy abierto y moderno, en realidad era muy cerrado para muchas cosas. También pienso que era tremendamente clasista, con una mirada por encima del hombro hacia lo latino totalmente absurda. Respecto a la crítica, tampoco es que hubiera textos muy agresivos contra “Atlántico”. Xoel tenía un nombre y no había valor para cargárselo, pero leyendo entre líneas era obvio que existía una decepción muy grande respecto a sus nuevos aires. Eso lo trato con detalle en el libro. Entraba dentro de lo normal.
Cuando Bob Dylan dio el paso a la guitarra eléctrica se le consideró un traidor y en cierta manera, como explicas en el libro, a Xoel López también, ¿por qué crees que existe ese veto a quienes deciden probar nuevos caminos en lo musical?, ¿qué supone para la trayectoria de un músico?
Cuando entrevisté a Xoel en 2013 para el suplemento Fugas de La Voz de Galicia me dijo sobre eso: «Siempre seré un traidor a mi pasado musical». Recuerdo que pusimos esa frase en la portada, por lo significativa que resultaba. Era un modo de explicar que su intención en la música es no encadenarse a lo hecho sino mirar adelante. En el libro dice que, en general, los oyentes de música somos conservadores y queremos más de lo mismo que nos haya proporcionado placer. También que a la gente, en general, no le gusta que uno busque su propio camino y desafíe esas reglas invisibles que existen sobre lo que está bien o mal. Pienso que tiene bastante razón. Que aunque digamos que nos gusta el riesgo, las cosas nuevas y el desafío, inconscientemente la mayoría buscamos la repetición o la evolución lógica, no los giros bruscos, máxime cuando desafían tus gustos y creencias musicales. Y en “Atlántico”, aunque fuera de manera amable, había mucho de eso. De repente, a un fan de The Smiths y Arcade Fire lo ponían frente a la rumba, la salsa y la canción de autor latinoamericana, géneros que a lo mejor desconocía y había despreciado en el pasado a la ligera. Muchos se espantaron con aquello y querían volver a lo otro.

En los siguientes discos Xoel López continúa en su empeño de marcar un camino propio. ¿Crees que ese cambio iniciado con “Atlántico” le pudo haber pasado factura en algún momento?
En los dos primeros años le perjudicó bastante. No me refieron a lo musical, porque ahí el salto fue gigantesco, sino a lo otro. Decepcionó a muchos seguidores, descolocó a la crítica y vio que su valor en el mercado se devaluó. Lo señala Kin, su mánager. Reconoce que el caché se redujo a la mitad y que vio, con resignación, como muchos festivales que siempre habían querido a Deluxe ya no contaban con el Xoel de “Atlántico”. Sin embargo, a la larga, fue muy positivo porque él abrió su espectro, sumó público nuevo y se quitó cualquier tipo de atadura para convertirse en un artista total. Con “Atlántico” empieza el Xoel López maduro, en el mejor sentido del término. Muchos de los que lo rechazaron cambiaron de opinión con el tiempo. Y otro que nunca le habían prestado atención se engancharon a él. Actualmente creo que es un artista como Kiko Veneno o Jorge Drexler, al que puedes imaginar haciendo música con 60 o 70 años perfectamente.
Analizando a Xoel López como figura musical, ¿qué crees que sucede?
Realmente en “Atlántico” hay un cambio que va más allá de escuchar nuevos discos e introducir esas influencias en su sonido. Lo que se produce es un cambio vital y emocional en el que esos nuevos sonidos están ahí y permean a la creación. Todo se funde: la vida, el aprendizaje y las nuevas sensaciones. Y se plasma en un disco que subliminalmente propone un nuevo modo de ver el mundo. Por eso lo hace tan especial y por eso ese trabajo tiene una magia que va más allá de mezclar influencias con fortuna.
Yendo al germen del libro ¿cuándo decides que es el momento de reivindicarlo?, ¿cuál fue la respuesta de Xoel al respecto?
El aniversario fue una excusa. Siempre sentí que este es un disco que iba a crecer con el tiempo y que tenía una historia muy especial detrás que debería contarse y que haría más grande el trabajo. Realmente, “Atlántico” plantea un pulso entre la libertad del artista y los deseos de su público, del que sale algo increíblemente hermoso e inspirador. Yo conocía muchos detalles por anteriores entrevistas con Xoel.. Pero desarrollar el libro me dio la oportunidad de saberlo todo. Y había mucho por saber. Fue muy emocionante para mí escuchar maquetas y comprobar cómo habían crecido las canciones, ver videos inéditos y acercarme a cómo fueron aquellos directos en Latinoamérica en el que era un autor anónimo. En definitiva, conocer cómo se desarrolló el proceso completo. A Xoel le pareció bien desde el primer momento, me dio todo tipo de facilidades y se involucró al máximo. De hecho, cuando ya vio que el tema iba adelante, me dijo que en el 2022 iba a hacer un concierto tocando el disco íntegro con los arreglos originales. Eso se acaba de anunciar y será el 18 de noviembre en el Palacio de la Ópera de A Coruña. Algo único.

El libro está increíblemente documentado. Cuentas con testimonios de músicos cercanos a Xoel, pero llama la atención lo bien que contextualizas y analizas la realidad de aquel momento, algo que tienen en común con tu libro sobre los Eskizos y “La música no es lo más importante”.
Para mí era importante contar el punto de partida de todo aquello, para entender mejor un disco que sale totalmente a contracorriente. En 2022 puedes escuchar “Atlántico” y no darte cuenta de lo que supuso y de la valentía del autor al hacer aquella locura y todo lo que arriesgaba, viniendo de donde venía. Imagino que ahí tiene que ver mi oficio, en el que las cosas no se pueden dar nunca por sentadas y es necesario explicar y contextualizar bien para que se entienda todo.
¡Esto es rock!

Personalmente me asombré cuando a los pocos meses de publicar “Atlántico, el disco de la libertad de Xoel Lopez” anuncias la salida del álbum ilustrado “¡Esto es rock!” Sabemos que “la música no es lo más importante” sin embargo es imposible pensar en Javier Becerra sin vincularte a ella. ¿Cómo comenzó todo? ¿Ha cambiado el modo enque te relacionas con ella?
Sí que ha cambiado bastante, pero creo que para bien, jejeje. En “La música no es lo más importante” se habla básicamente de disfrutar de la música sin convertirse en un cretino por tu afición. Una parte de esa “cretinez” es precisamente despreciar otras músicas desde el clasismo, el prejuicio y, muchas veces, desde la ignorancia, algo muy común entre cierto tipo de melómanos varones de 40-50 años. Eso iba ligado con el libro de Xoel y tenía mucho que ver también con ¡Esto es pop!”. Haber escrito para niños me obligó a mí, en cierto modo, a volver a la esencia de la relación con la música, que no es otra que la búsqueda del placer, la emoción y la belleza y no todas esas reglas que vas absorbiendo en nombre del criterio y que, en realidad, lo que hacen es asfixiar tu relación con la música. “!Esto es rock!” es la continuación de aquel, pero enfocado a una vertiente más claramente roquera, que me apetecía mucho porque me conecta con mucha de la música que escuchaba yo de niño y adolescente, como eran Iron Maiden, Barón Rojo, Led Zeppelin o Ramones. Y notaba que a los niños les tiraba mucho.
Muchas veces se ha hablado de acercar la música clásica a los más pequeños. No era frecuente hablar de la historia de la música pop o rock, pero es que estos géneros tienen mucha historia detrás, ¿verdad?
Claro que sí. Antes no era nada frecuente. A mí en el colegio me hablaban de música clásica, pero no de AC/DC ni de Joan Jett. Ahora todo ha cambiado y cada vez hay más interés en esto. De hecho, me llaman de colegios para hablarles a los pequeños de rock y a los padres de esos alumnos les suele gustar. Como ocurre en al arte, también es una manera estupenda de hablarles de la sociedad y los cambios históricos.

Igual que en “¡Esto es pop!” has contado con la ilustradora Catuxa Alonso para dar vida a músicos y grupos como Kiss, ACDC, Queen, Amy Winehouse o Janis Joplin recogiendo así, en cada ilustración, las particularidades de cada uno de ellos, ¿cómo funciona ese tándem de trabajo?
Perfectamente porque ella es una gran artista con la que es facilísimo trabajar. Yo escribo los textos y, a partir de ahí y del video que se adjunta, ella los plasma en ilustraciones. A veces le doy alguna indicación genérica, pero en general lo hace todo con libertad y los resultados son estupendos. De este volumen me encantan especialmente las ilustraciones de The Who y Pj Harvey. Pero la verdad es que todas son geniales.
La presentación del libro lleva consigo una puesta en escena espectacular, has subido al escenario acompañado por músicos como Carolina Rubirosa. Se puede decir que has tenido tu propia gira por festivales, ¿cómo ha sido la experiencia?
Sí, además de las charlas que doy yo solo, tenemos un espectáculo con música en directo que funciona muy bien. Hasta ahora éramos un trío, pero “¡Esto es rock!” hemos ido un paso más allá. Lo hemos presentado con una banda de 5 personas en las fiestas de A Coruña en agosto, con un resultado tremendo. Vinieron más de 2.000 personas a vernos y fue una gozada contemplar a los pequeños vibrando de esa manera. Hicimos juntos el baile del pato, gritamos con los temas de The Beatles y pusimos a temblar la plaza saltando con The White Stripes. El espectáculo lo he diseñado y guionizado yo. Carolina, que es una artistaza y buena amiga, dirige la parte musical y creo que hemos creado una alianza perfecta. Este invierno vamos a hacer alguna actuación potente que aún no se puede decir. Y creo que en el 2023 nos vais a ver en muchos festivales
Yo creo que todos los que te seguimos nos preguntamos ahora ¿en qué andará trabajando Javier Becerra ahora?
Pues si miras en la última página de “¡Esto es rock!” encontrarás la respuesta. Aún no me he puesto, pero irá en breve