B.Echeverría
El autor drámatico José Bosch, reúne en «El Club de los 27» siete de sus obras de teatro que están impregnadas de su pasión musical y espíritu pop- rock. Mientras esperamos la publicación de su primera novela «Mejor estaríamos Muertos: la biografía que nadie había pedido de Dragon Soup” podemos seguirle la pista a través de sus crónicas rockeras en su web.
El club de los 27 es una antología de las obras de teatro que has escrito durante los años 2013 y 2016, ¿desde cuándo tu interés por este género?
Siempre me interesó el género dramático, ya sea cine o teatro, porque me gusta mucho escribir diálogos. Poner a hablar a dos o más personajes y ver qué pasa es una de las cosas más estimulantes para mí en cuanto a creación literaria se refiere, porque te puede llevar a lugares que no esperabas. En aquellos años lo que tenía más a mano, por entorno, era el teatro. Me metí en un grupo que me daba la oportunidad de representar la que fue mi primera obra. Fue una experiencia muy grata que me llevó a seguir por ese camino.
Es curioso porque estamos acostumbrados al teatro musical pero no tanto al teatro cuyos protagonistas son músicos. ¿Tiene algo que ver tu pasión musical en esta elección de los personajes?
Totalmente. La música está casi siempre presente en lo que hago, porque es mi mayor pasión y eso acaba reflejándose de una manera u otra. A veces es la protagonista, a veces es un personaje más, otras actúa como un elemento que le da brillo y color a la escena, depende. Cuando eres un melómano enfermizo como yo, la música te ha llenado de situaciones, anécdotas y vivencias que de alguna manera van a ver la luz cuando te pones a crear una ficción. Y no solo lo que has vivido tú en conciertos, locales de ensayo, festivales, etc. También están las biografías que lees, las historias de músicos malditos, los conflictos, las letras de las canciones. Hay mucho material ahí, sin contar todo lo que te puede descubrir de otras artes como el cine y la literatura. No diría que es mi única fuente de inspiración, pero quizá sí la más potente.
En “El club de los 27” reúnes y das vida a Brian Jones, Jim Morrison, Janis Joplin y Jimi Hendrix, Kurt Cobain y a Amy Winehouse, ¿has logrado cumplir el sueño de reunir a músicos talentosos de distintas generaciones?
Es lo bueno que tiene crear ficción, que haces y deshaces a tu gusto. Siempre me ha gustado la descontextualización de personajes conocidos, es un recurso con el que me lo paso muy bien. Aquí vemos a los músicos del Club de los 27 en un infierno que no es para nada lo que esperamos del infierno, o en “… O sana en el cielo”, que es otra de las obras recopiladas, nos encontramos a los personajes bíblicos Abraham y Moisés en una consulta de la Seguridad Social del siglo XXI. Es divertido imaginar cómo se comportarían esos personajes en contextos que no son los naturales para ellos y, a partir de ahí, construir una pequeña trama. No he conseguido reunir a Hendrix, Morrison y compañía para que hagan una jam en el salón de mi casa, pero puedo conformarme con haberles puesto a hablar y darles acción.

Siempre me ha gustado la descontextualización de personajes conocidos, es un recurso con el que me lo paso muy bien.
En “Cinquillo Kiss” a pesar de ser una obra cómica tratas temas de identidad que suelen ser comunes en los grupos. ¿Qué crees que puede aportar la comedia cuando abordas temas que, de entrada, parecen superficiales pero que tienen un trasfondo serio?
Creo que la comedia es un aceite para el motor de las relaciones humanas: las bromas y los chascarrillos nos ayudan a la hora de hacer amigos, o de integrarnos en un nuevo grupo de trabajo, por ejemplo. Tratar un tema espinoso con un cierto sentido del humor nos ayuda a hacerlo más llevadero, aunque también se está dando una tendencia en redes como Twitter a usarlo como arma arrojadiza, negando toda posibilidad de empatía o de consideración hacia los argumentos del otro. Pero al margen de eso, me parece un elemento indispensable para la vida. En mi caso, la comedia es mi manera natural de expresarme, no la utilizo como un medio para dar un mensaje “importante”, sino como un fin en sí misma. El único objetivo que perseguía cuando escribí estas obras era hacer reír.
¿“Elvis está vivo” es tu propio homenaje al rey del rock?
No me lo planteé así, aunque puede haber algo de ello. Creo que “Elvis está vivo” habla más del fenómeno fan, de lo que supone vivir por y para un artista, de lo que siente alguien cuando se sumerge en su canción preferida, de vivir en un mundo, el de la música, mucho más estimulante que la vida real, aunque ello puede llevar a situaciones muy disparatadas, como creer que Elvis sigue vivo o que el señor que conocemos como Paul McCartney es en realidad un doble porque el de verdad murió en un accidente en 1966. Esa conspiranoia rockera siempre me ha parecido muy divertida. Y a nivel, digamos, técnico, es una obra en la que traté de hacer algo un poco más experimental: es un monólogo con un trasfondo mucho más dramático que las demás obras, incluía proyecciones, un tocadiscos que sonaba en directo y memorabilia de Elvis por todas partes, una pieza muy atmosférica. El personaje sí que homenajea a su artista preferido, por el que siente auténtica devoción, pero no era ese el tema de la obra. Espero que no se enfade Elvis…
“Mejor estaríamos Muertos: la biografía que nadie había pedido de Dragon Soup” será tu primera novela, ¿qué podemos conocer por adelantado de Dragon Soup?
Dragon Soup es un grupo de cinco amigos que formaron un grupo en los 90 con la intención de comerse el mundo, pero que no pasaron de su barrio y terminaron desapareciendo. Ya en la actualidad, se ven obligados a volver a reunirse para cumplir el último deseo de Carlos, uno de sus guitarristas, que acaba de fallecer. Pero las cosas no van a ser fáciles, porque ya suman más de cuarenta años y tienen una mochila llena de problemas a sus espaldas. Juan, el cantante, sigue intentando convertirse en un rockstar a pesar de sus mil intentos infructuosos. Alberto es profesor de filosofía y se encuentra en plena crisis matrimonial, cuestionándose su valía como padre de dos niñas pequeñas. Berna, un tipo poco agraciado que ha sido abandonado por su mujer, se pasa la vida deslizando fotos en Tinder y teniendo citas fallidas, y Jesús… Básicamente vive fumando marihuana y viendo documentales de Youtube sobre extraterrestres y cosas así. Un tipo peculiar. Está escrita a modo de biografía oral, en la que cada uno aporta su visión de lo que está pasando con el grupo y con sus vidas. Espero poder publicarla para finales de verano de este año, pero si alguien quiere ir conociéndoles, los he puesto a escribir artículos sobre cultura pop en mi página web. De momento solo se ha estrenado Berna, pero pronto lo harán los demás.

Qué tres libros de temática musical recomendarías? Y ¿Qué está escuchando ultimamente José Bosch?
Así, sin pensar demasiado, te diría tres libros que me parecen capitales. Uno es “Por favor, mátame”, de Gillian McCain y Legs McNeil, una biografía oral sobre el nacimiento del punk. “Los trapos sucios”, la biografía, también oral, de Mötley Crüe, un formato en el que me inspiré para “Mejor estaríamos muertos”. Un libro muy salvaje sobre cuatro ratas de cloaca que no tiene desperdicio. Y el tercero sería “Los señores del caos”, de Didrik Soderlind y Michael J. Moynihan, un relato sobre la gestación y desarrollo del movimiento black metal en Noruega. La historia de un grupo de chavales a los que se les fue la olla y empezaron a quemar iglesias y a matarse entre ellos. Muy interesante.
Y en cuanto a música, es difícil, porque siempre estoy escuchando mil cosas, tanto del presente como del pasado, porque siempre hay mucho por descubrir o volver a disfrutar. Tengo un abanico muy amplio en cuanto a gustos, pero por concretar, voy a citar al que creo que es mi grupo vivo preferido, Ghost, porque además de hacer muy buena música, han revitalizado el concepto de espectáculo rockero, convirtiéndose en una especie de Kiss del siglo XXI. En muy pocos años están consiguiendo llenar recintos enormes, algo que muy pocas bandas actuales consiguen.