B.E
En una nueva entrega de «Mi colección» hablamos de discos y música con Juan Carlos Mataix, veterano en las ondas con su programa de radio Toxicosmos.
Llevas muchos años al frente del programa musical Toxicosmos, pero ¿cómo recuerdas tus primeras andaduras musicales? ¿Cómo empezó el idilio con la música?
Siempre me ha gustado la música, muchísimo. Cuando era pequeño era fácil que me atrapara una canción y no dejara de tararearla mientras jugaba con mis coches. Tengo recuerdos muy vivos jugando en mi habitación con mis pequeños coches de metal canturreando “Maniac” de Michael Sembello. Yo no sabía ni quién la cantaba, tampoco me importaba, pero la melodía me parecía maravillosa. Otra de las canciones que me atraparon desde muy pequeño fue “Eve of destruction” de Barry McGuire, a la que le perdí la pista hasta que una noche la escuché de nuevo en el programa de radio de Juan de Pablos y me dio un vuelco el corazón.
¿Recuerdas cómo iniciaste tu colección de discos?
En mi Primera Comunión ya puse vinilos en la lista de regalos. Eran infantiles, pero con eso te lo digo todo. Siempre me he comprado discos o he pedido que me regalaran. Los primeros fueron de AC/DC, Aerosmith, Guns n’ Roses y The Doors. Fue a mediados de los 90 cuando empecé a comprar más compulsivamente, con todo lo que descubría de la escena indie de la época y algunos clásicos: Pixies, The Smiths, Los Planetas, El Niño Gusano, etc. En 1998 comencé a realizar mi programa de radio de una forma totalmente amateur, pero ese trabajo en la radio me permitió acceder a mucha música y la colección fue creciendo hasta hoy ¡que casi no caben en casa!
¿Cuál fue el primero?
Fue uno de esos regalos de Comunión que pedí expresamente y algún familiar tuvo a bien regalarme: un vinilo transparente con bandas sonoras de películas y series de TV. Recuerdo que aparecía La Historia Interminable, me flipaba la canción. Aún tengo el vinilo. Cuando tuve poder adquisitivo para comprarme discos por mí mismo me hice con Done with mirrors de Aerosmith, el primero que me compré pidiendo permiso a mi madre.
¿Cuál ha sido tu última adquisición?
Me tiene enganchadísimo el nuevo disco de The Fratellis. Me recuerda a las producciones de Phil Spector, tiene unos coros fabulosos y un montón de arreglos y una orquestación super emocionante. Lo tengo en CD. En vinilo lo último que ha entrado en casa son tres novedades de Elefant Records (sello que adoro): Tronco, Lisasinson y Still Dreams. Son vinilos de colores que el otro día enseñaba en mi Instagram, tan chulos por fuera como las canciones que llevan dentro.

Tengo recuerdos muy vivos jugando en mi habitación con mis pequeños coches de metal canturreando «Maniac» de Michael Sembello
¿Qué tiendas de discos frecuentas y suponen un referente para ti?
Mi tienda favorita en Valencia es Discos Amsterdam. Pocos como su ideólogo Juan Vitoria para acertar lo que te puede gustar. Otras tiendas de toda la vida en mi ciudad que siempre he visitado son Oldies y Harmony. De todos modos siempre acostumbro a visitar tiendas de discos cuando viajo y siempre comprar algo, aunque sea un single.
¿Qué 8 discos consideras como las joyas de tu colección?
“Viva hate” de Morrissey. Es un disco que me regalaron en CD en un cumpleaños de muy joven y me trae tan buenos recuerdos que en un viaje a Manchester me lo compré en vinilo.
“The Queen is dead” de The Smiths. Un clásico que me compré de segunda mano junto al “Viva hate”. Lo había visto ese mismo verano por 60 € en un puesto en el FIB. En UK me lo pillé por 10 libras.
“Pet sounds” de The Beach Boys. Siempre me ha emocionado muchísimo “God only knows” pero es que el resto del disco no tiene desperdicio por ningún sitio. Los que sepan apreciar una buena melodía me darán la razón. Uno de los mejores discos de la historia.
“La memoire neuve” de Dominique A. Fue el disco con el que descubrí al francés. Lo escuchaba mucho de noche en tiempos de universidad, mientras estudiaba en casa de mis padres con el silencio de la noche. Lo tenía grabado en casete hasta que lo conseguí original y de segunda mano, pues está descatalogado desde hace tiempo. Me trae muy buenos recuerdos.
“Eve of destruction” de Barry McGuire. El disco donde se incluye la canción de mismo nombre, aunque no sea nada infantil (todo lo contrario) y suene raro: mi favorita de la infancia. No sé, me dio por ahí. El disco es de 1965 y que yo sepa no se ha reeditado, pero en Discos Amsterdam me consiguieron una copia hace unos añitos.
“If your feeling sinister” de Belle and Sebastian. Cuando me lo compré aún vivía con mis padres. Lo puse en el equipo de música y me emocioné tanto con los auriculares puestos que no me enteré de que el piso de abajo estaba ardiendo y habían venido los bomberos. Todos los vecinos estaban en la calle y yo en casa escuchando la siguiente, y la otra, y la otra, sin poder separarme del tocadiscos. Al final la cosa no fue a más y lo pude escuchar varias veces más esa noche.
“Whiskey” de Jay-Jay Johanson. Uno de esos discos que a la primera escucha me impactó igual que lo sigue haciendo ahora. Me emociona muchísimo escucharle cantar “…so tell the girls that I am back in town…” con esa melancolía que impregna todo el disco. Es de los discos imprescindibles en mi discoteca particular.
Family “Un soplo en el corazón”. Me flipa el pop patrio y debería seleccionar ahora ocho discos de aquí, pero todos los resumiré en éste que considero el mejor disco de pop nacional. Uno de mis vinilos favoritos. También lo tengo en CD, machacadísimo de escucharlo en el coche y llevarlo en la maleta de DJ.
¿Tienes algún ritual y/o momento perfecto a la hora de escuchar tus discos?
Escucho música a todas horas: mientras conduzco, trabajo o cocino, por la calle con mis cascos o tumbado en el sofá. Aprovecho cada momento para descubrir canciones que luego pueda compartir en la radio, que es lo que más me gusta. Me encanta dejarme sorprender pero sí que hay discos que me gusta escuchar en momentos concretos. Por ejemplo: en noches de verano mis vinilos de bossanova. En noches de invierno Belle and Sebastian, Dominique A o Kings of Convenience. Por el día busco canciones más naïf, más punk, más bailables y saltarinas. De todos modos todo depende de cómo me pille en cada momento. Eso sí: me gusta escuchar las canciones sin interrupciones, con silencio a mi alrededor, fijándome en cada arreglo, emocionándome con los estribillos, y escucharlas enteras. Si estas a mi lado nunca aprietes el Stop en mitad de una canción.