Isaac Pedrouzo
Uno no puede usar la palabra cambio como si por el hecho de salir por la puerta de al lado a la habitual ya se esté buscando huir de los fantasmas, o hacer exorcismos inexistentes. Una vez me dijo Algora que la explicación más obvia suele ser la más cercana a la realidad.
Es difícil, lo sé, escuchar la voz de Ricardo Lezón y no pensar en McEnroe -o en Viento Smith, eso si fue un exorcismo- pero “Esperanza” no parece tratar de esquivar la historia pasada sino de escribir una nueva con y a pesar de. Un presente sincero, de ahora. Distinto.
Contagiado y contaminado, en el buen sentido claro, por Ramón Rodríguez en la excelsa gira de “Lluvia y truenos”, el nuevo disco de Ricardo empieza susurrando a gritos entre vientos (“¡quiero verte!”) en esa trampa con que te atrapa el primer corte “Chet Baker”, y termina con la cadencia de “Noche en noviales” anunciando el final. El final al que no quieres llegar.
El de Getxo se pasea cómodo y eficaz durante nueve canciones de lírica directa, intensa y no apta para tímidos y cobardes. Canciones que parecen estar escritas para ti, sobre ti, como “Lamento” y “Primavera en Praga”, dos dardos directos al centro. De esos que duelen con placer.