La sección «Mi Colección» es la encargada de abrir esta nueva temporada en Escena 42. Esta vez Javier Becerra, periodista y melómano, nos abre las puertas de su casa para mostrarnos y hablarnos acerca de su colección de discos.
¿Recuerdas cómo iniciaste tu colección de discos?
No tengo consciencia clara de empezar “mi colección de discos”. En casa siempre los hubo, forman parte de mi infancia. Creo que aprendí a poner el tocadiscos antes que a hablar. Mis padres tenían un bar con una máquina de discos (eso que ahora llamamos jukebox) y los singles forman parte de mi imaginario infantil. Recuerdo ir a comprar singles de Bonnye M, Mike Oldfield, Rolling Stones o Fernando Esteso para la máquina del bar de manera periódica. Además, mi hermano mayor que compraba muchos discos para él. En mi sexto o séptimo cumpleaños me regaló “Las chicas son guerreras” de Coz. Creo que ese fue el primer disco “mío”. En la portada salía una mujer en plan Conan el Bárbaro y se le venía un tercio de pezón, lo que en aquel tiempo (año 81 u 82) era súper transgresor. Cada vez que veía alguien a casa le enseñaba el disco como si fuera algo prohibido.
¿Cuál fué el primero?
Tengo dudas si fue “Bad” de Michael Jackson o “Ya viene el sol” de Mecano. En todo caso, ambos fueron en cinta, que había que sacarle rendimiento el radiocasete que me habían regalado en la primera comunión. Además, un vecino que tenía un equipo de alta fidelidad nos grababa en cintas vírgenes los discos de mi hermano. Recuerdo una casete TDK con “¿Donde está el país de las hadas?” de Mecano en la cara a y “Thriller” de Michael Jackson en la b. La llevaba al cole. El hecho de ser una cinta grabada me daba un aire de entendido. Nadie usaba ese concepto entonces (debía tener yo ocho o nueve años). El primer disco de vinilo que compré en mi vida con mi dinero creo que fue “Entre el cielo y el suelo” de Mecano. Poco después, el “British Steel” de Judas Priest. En la preadolescencia se iban dando estos bandazos sin problemas.
«Mi Colección» Javier Becerra
¿Cuál ha sido tu última adquisición?
El disco de Swans, un triple elepé que contiene algunos de los momentos más apoteósicos del rock de los últimos tiempos. El problema es que al estar tan fragmentado su escucha en un plato se me hace muy difícil. Es algo que ocurre ahora muy a menudo: un disco de 50 o 60 minutos se trocea en varios vinilos para aprovechar de manera un tanto artificiosa el pequeño mercado de ese formato que se ha generado en los últimos años. Así, que recuerde, me ha pasado con Arcade Fire, The Horrors, Sigur Rós, Beach House, Fleet Foxes, Sonic Youth o Yo La Tengo. Al final, apenas los escuchas por lo incómodo de estar cambiando de cara cada 10 o 12 minutos. El disco de War on Drugs de este año, otro que me flipa, viene así también, con dos canciones por cara. No me lo compré: sé que al final no lo voy a escuchar así. Cada vez me genera más rechazo ese tipo de compras
«Mi Colección» Javier Becerra
¿Qué tiendas de discos frecuentas y suponen un referente para ti?
En A Coruña el referente siempre fue Portobello. Entrabas en la Rúa Ciega excitadísimo. Cuando eras un crío, si el disco costaba 1.200 pesetas te perdonaban las 200, y eso molaba mucho. Te dejaban escuchar los discos sin problema. Eso también molaba. En mi época de súper fan de U2, iba allí y se me ponían los ojos como platos viendo los piratas que tenían y en los que me dejé tanto dinero. También compré allí, por ejemplo, el primero de los Stone Roses y los maxis, un recopilatorio en doble elepé de The Byrds que me dejó noqueado en su día y el “In The City” de The Jam, otro disco tremendo. También frecuenté en su día Marilyn, especializada en garage. Y, bueno, con mucho menos glamour, El Corte Inglés. Yo era de los Mallos, y el Corte era lo más cercano a mi barrio. De cuando en cuando, se colaban saldos alucinantes (por ejemplo, discos de los Sugarcubes a 100 pesetas). Pero al irme a estudiar fuera, lo cierto es que me aficioné a la venta por catálogo. Los pedidos a Del Sur entre varios colegas con aquel catálogo infinito eran todo un ritual. Asi llegaron a mi vida Mojave 3, Slowdive, The Beta Band, Beat Happening y tantos otros.
Volviendo a las tiendas, lo que nunca me gustó es ese ambiente de colegueo de entendidos hablando en exagerada voz alta que se genera en algunas de ellas. Es como el videoclub de “Aquí no hay quien viva” pero en versión de melómano acomplejado. En las ferias del disco eso ya se vuelve insoportable. También los aires de superioridad que tenían algunos dependientes con los que me me he topado. Aún recuerdo en cierta tienda en la que pedí para un amigo un disco de Galaxie 500 y el dependiente me decía que ese grupo no existía, así en plan “si yo no lo conozco no existe”. Cuando se lo escribí en un papel me dice: “!Ah eran galaxi faivjandred!”. Por supuesto, no tenía el disco.
«Mi Colección» Javier Becerra
¿ Qué 8 discos consideras como las joyas de tu colección?
No tengo joyas en plan “si vendo esto me forro”. A mí me da igual que los discos sean de primera edición, segunda o tercera. Tampoco me vuelvo loco buscando portadas raras o ediciones japonesas. Eso solo lo hice en su día con U2 y fue una pérdida de tiempo y dinero. Conservo varios singles y 12” raros de los irlandeses que seguramente, si encuentro quien los pague, valen una pasta (si hay algún interesado que se ponga en contacto conmigo). Digamos que mis joyas son aquellos artefactos a los que le tengo un cariño sentimental especial. Los cito según me vienen a la cabeza. Todos son vinilos.
Primero: “Volumen Brutal” de Barón Rojo. Era de mi hermano pero me lo quedé yo. Aquella portada con el puño y la muñequera de tachuelas me impactó totalmente. Lo escuché mil y una vez, poniéndolo a todo volumen en mi habitación que daba al patio de luces y sintiéndome el más malote del vecindario. Me sigue pareciendo una obra maestra.
Segundo: el “Medusa ep” de Los Planetas. Sé que es un disco muy buscado y, para mí, mítico. Me encanta y siempre lo escucho en vinilo, con ese sonido agudo y espacioso. No lo concibo de otra forma (me pasa al revés con el “Super 8”, que descarté comprarlo en vinilo porque para mí siempre fue un disco de cedé).
«Mi Colección» Javier Becerra
Tercero: la caja del primer disco de The Stone Roses. El álbum que me compré en 1990, que es el disco de mi vida, lo presté a un compañero de clase en tercero de BUP junto al “Rank” de los Smiths. Y no regresó. Luego lo tuve en cedé, grabado en cinta y, cuando salió esa edición mastodóntica 30º aniversario, entró en el hogar con todos los honores de un regalado de navidad. Es el único disco que tengo en ese formato. Pero este merece la pena. Y tiene cara a y cara b, lo que aquí resulta muy importante. Dejar caer la aguja sobre “I Wanna Be Adored” me hace volver al momento en el que la música lo era todo.
Cuarto: “Loveless” de My Bloody Valentine. Otro que conocí directamente en vinilo y escuché con sus crujidos. Para mí así tiene un brillo que no posee la versión en cedé. Y, claro, ha sido uno de esos discos que se escucharon tanto que en digital me suenan diferente.
Quinto: “Appetite For Destruction” de Guns n´Roses. Lo tengo con la primera portada sin censurar, la del dibujo de la violación. Sin embargo, el verdadero peligro estaba detrás. La foto de Axl y sus compinches de la contraportada reúne todos lo que los padres no quieren de su hijo en una sola fotografía. A mí aquel disco me ponía a cien a los 14 años. Tiene temazos, sonido y, ojo, reescuchándolo se descubre una producción excelente.
«Mi Colección» Javier Becerra
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Sexto: “In My Mind’s Eye” de Small Faces. Un single de color verde de EVA con esa canción que me hizo meterme en el rollo mod allá por el 92. Me encantaba: la sensación era algo así como descubrir que más allá de los Beatles o los Stones había otros grupos igual de buenos en los sesenta.
Séptimo: “What’s Going On” Marvin Gaye. Es una reedición del disco que siempre uso cuando quiero convencer a alguien de la diferencia del sonido de vinilo del cedé. Escuchar esa maravilla en vinilo con un buen equipo apabulla. Ese sí que es un álbum de tirarse en el sofá, poner los auriculares y olvidarse de todo.
Octavo: “Closer” Joy Division. La portada es de una belleza tal que debería ser obligatorio tenerlo en vinilo. Y acercarse a él de esa manera, hace pensar cuan misterioso debería ser escuchar a esa banda a principios de los años ochenta.
«Mi Colección» Javier Becerra
¿Tienes algún ritual y/o momento perfecto a la hora de escuchar tus discos?
Para escuchar en casa, lo mejor es la noche y en un sofá cómodo. Lamentablemente, las prisas, la falta de tiempo y el ritmo vertiginoso de vida hace que el Iphone sea mi principal fuente de escuchar música, yendo de un lado a otro. Pero a mí la sensación de reencontrarme con la colección e ir sacando discos, uno a uno, me encanta. A veces, cuando veo la sucesión de títulos, pienso en mí cuando era más joven. “¿Quién me iba a decir a mí que iba a tener todos estos discos?”, me pregunto.