Slavery Records, Pedro Learreta

Pedro Learreta

B.Echeverría

Slavery Records editada por Liburuak es el debut en la novela de Pedro Learreta. En ella conjuga su interés por la escritura y por la narrativa con su faceta de melómano confeso. Esta combinación de elementos da lugar, por un lado, a una novela narrada con una gran precisión en el uso de la palabra escrita y, por otro, encontramos un texto repleto de interesantes detalles musicales. Pero, sobre todo, Slavery Records es un homenaje a las tienda de discos.

Slavery Records es tu primera novela pero ello no quiere decir que sea lo primero que has escrito.

No, claro. tengo escritos bastantes cuentos y algunos artículos de opinión, y publiqué en su día un relato algo más largo sobre los Beatles. Como se ve, siempre ronda el rock and roll en torno a mi vocación literaria. Hace algo más de un año me lancé por fin a escribir una novela y el resultado es ‘Slavery Records’, una condensación de algunas de mis fantasías más rocanroleras.

Al leer tu biografía hay un aspecto que me llama la atención, por poco habitual, y con el que empatizo por completo, que consiste en la combinación de tu interés por la escritura, la narrativa y tu faceta de melómano con tu labor profesional como abogado. ¿En qué medida crees que ambas facetas se pueden complementar o nutrir mutuamente?

El lenguaje y la expresión verbal son herramientas esenciales para un jurista, en especial en el ejercicio de la abogacía, de modo que estoy muy habituado a ‘utilizar’ la palabra, o sea, a narrar historias e intentar presentarlas de una forma atractiva, a servirme de la prosa como herramienta de trabajo. Hay diferencias, pero no tantas: claridad, estructura, corrección sintáctica y fluidez, son cualidades a mi juicio indispensables en ambas formas de expresión, la literaria y la jurídica.

El escritor Juan Bas en el prólogo del libro cita a Chéjov haciendo referencia a la economía de medios como virtud, en ese sentido con Slavery Records huyes de la tentación de convertir yu primera novela en un compendio de recursos narrativos que no hacen otra cosa que enmascarar la historia que se quiere contar. ¿Cómo un escritor consigue lograr usar las “palabras justas”y hacerlo con tanta precisión?

Para mí una de las claves es la relectura, el repaso, la atención al detalle, la búsqueda persistente de la mejor y más eficaz expresión en cada párrafo. Sin llegar a obsesionarme, dedico mucho tiempo al cuidado del texto en todas sus dimensiones. Y claro, como lector aprecio mucho esas cualidades en los escritores que más me gustan.

Es curioso, pero Slavery Records parece una novela que ha nacido de las entrañas de EEUU, ¿de dónde nace ese conocimiento?

La música y el cine me han llevado desde niño a Inglaterra y los Estados Unidos, mi espíritu y mi cabeza viajaban por esos lugares mucho antes incluso de conocerlos en persona. Más tarde he tenido el privilegio de viajar y visitar muchas veces América, así que una parte importante de mí respira esa cultura. En particular, adoro California, una suerte de paraíso que, con sus claroscuros, está lleno de energía e inspiración.

A lo largo de las 227 páginas de la novela has sido capaz de conjugar distintos géneros dentro de la misma: epistolar, confesional e incluso detectivesco…

Por encima de todo quiero entretener al lector, que se divierta, que las historias le conmuevan y le toquen de alguna forma el corazón, que le emocionen, o que le hagan sonreír, y me pareció que la diversidad de géneros y subgéneros contribuiría a alimentar ese espíritu lúdico, sin desdeñar otros aspectos más serios, por supuesto.

Slavery Records es, sin duda, un homenaje a las tiendas de discos y a sus dueños capaces de convertir una sencilla visita en busca de discos en algo excepcional. ¿Cómo llevas el hecho de que cada día existan menos tiendas de discos?, y ¿cómo explicarías a los más incrédulos aquello que dices en los agradecimientos de que las tiendas de discos “te han permitido tantas veces ser feliz”?

Es triste. Ocurre con otro tipo de comercios también, que pertenecen a un pasado feliz que, de alguna manera, se nos escapa. en el caso de las tiendas de discos la explicación es muy simple, basta un símil: si amas los dulces no hay experiencia más satisfactoria que pasar horas en una pastelería mirando las estanterías y escogiendo lo que te vas a llevar, compartiendo gustos con otros clientes, disfrutando del aroma que se respira, comprando y, finalmente, comiéndote, ya sea allí mismo o en casa, lo que has escogido. Esto de los discos es igual: te gustan, los escuchas y disfrutas, y luego quieres más y más.

En la novela se nombran numerosas canciones que el lector irá descubriendo conforme avanza en la lectura, pero yo me pregunto: ¿ hay alguna canción o canciones que hayan acompañado a Pedro Learreta a lo largo de la escritura de Slavery Records?

Infinidad. Pero recuerdo que cuando terminé de escribir y supe que lo que tenía entre manos era por fin una ‘novela’ de verdad, pinché y escuché muchas veces ‘My beautiful reward’, que es una canción no muy conocida de Bruce Springsteen, de su álbum ‘Lucky Town’. Me sentía exactamente así: tenía mi recompensa y era hermosa, pero a la vez el logro, tan personal, me inspiraba respeto, cierta inseguridad, al menos en su exposición a los demás. Es una canción maravillosa. Y eso es lo que ha sido este libro para mí, desde luego, una ‘hermosa recompensa’.

Deja un comentario